La F1 es, sin duda, el deporte de motor más avanzado tecnológicamente del mundo y mucho ha cambiado desde el primer Gran Premio del Campeonato del Mundo de Fórmula 1, celebrado en 1950. Hemos creado una cronología de los avances tecnológicos más significativos introducidos por los ingenieros de automovilismo.
Los años 50 fueron una década de rápida evolución en el mundo de las carreras. Mientras los equipos competían por el primer puesto, los diseños de los coches cambiaban constantemente y surgían nuevos avances a un ritmo vertiginoso. Estos cambios no sólo modificaron el deporte, sino que cambiaron el curso de la historia, a medida que pilotos e ingenieros trataban de ampliar los límites de lo que era posible en la pista. Desde la aerodinámica hasta los diseños de motor trasero, la década de 1950 fue un periodo de innovación y progreso sin precedentes.
La normativa imponía el uso de motores atmosféricos de 2,5 litros o sobrealimentados de 0,75 litros. Pero a medida que se intensificaba la competición, los equipos empezaron a superar los límites. Aparecieron los motores V8 y V12, la cúspide del diseño de motores avanzados, con más potencia y velocidades máximas más altas.
Ambos tipos de motores, V8 y V12, se habían utilizado en este deporte desde sus inicios. De hecho, en el Campeonato del Mundo inaugural de Fórmula 1, celebrado en 1950, los distintos equipos utilizaban motores de cuatro, seis y ocho cilindros. Uno de los mejores equipos, por ejemplo, utilizó un motor V12 en sus coches durante la década de 1950.
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Las carreras de F1 hicieron obligatorios los cascos rígidos para todos los pilotos. En aquella época, los cascos se fabricaban con materiales humildes, como corcho recubierto de tela, que se empapaba en pegamento para aumentar su resistencia. A finales de la década, el acero se había convertido en el material preferido para la máxima protección en la pista, aunque no fue hasta los años 70 cuando la seguridad de los cascos aumentó realmente.
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La carrera de Le Mans fue un auténtico espectáculo en 1953, y el coche ganador tenía un as en la manga: ¡frenos de disco! Como resultado, los equipos de F1 empezaron a tomar nota y fueron cambiando gradualmente los frenos de tambor por los de disco. Esto no sólo aumentó la eficacia del frenado, sino que también redujo el riesgo de accidentes. Los frenos de disco no se utilizaron de forma generalizada en este deporte hasta mediados de los años sesenta.
Se dice que el primer coche que utilizó frenos de disco fue en 1951, en el Gran Premio de España. Esto significaba que los frenos no eran tan eficaces como los de tambor que utilizaban la mayoría de los equipos de la época. La primera carrera ganada con frenos de disco fue en 1957, en el Gran Premio de Gran Bretaña.
Se produjo una transformación revolucionaria en el automovilismo cuando el primer coche con motor trasero hizo su debut en 1950, pero tuvo que retirarse en la primera vuelta. En el GP de Mónaco de 1957, el Cooper T43 hizo su primera aparición y, aunque anteriormente se habían utilizado coches con motor trasero en otras series de carreras, el Cooper T43 fue el primero en tener éxito. Gracias a su mejor distribución del peso, su centro de gravedad más bajo, su aerodinámica mejorada y su mayor flexibilidad de diseño, rápidamente llamó la atención de otros equipos por su rendimiento inigualable.
Durante esta década, los equipos y los ingenieros superaron los límites de lo posible centrándose en mejorar la velocidad y el rendimiento.
La innovación se centró en el uso de nuevos materiales ligeros para dar a los pilotos una ventaja competitiva. La aerodinámica también desempeñó un papel importante, ya que los equipos experimentaron con alerones y otros dispositivos aerodinámicos para mejorar la carga aerodinámica y el agarre, lo que permitía tomar las curvas más rápido y aumentar la velocidad punta.